- Refugiados en Huejutla de Reyes dependen de donaciones y solidaridad de otras congregaciones evangélicas
El 26 de abril pasado, un dramático suceso sacudió las tranquilas comunidades de Coamila y Rancho Nuevo, en la Huasteca Hidalguense. Más de 100 cristianos evangélicos fueron forzados a abandonar sus hogares en medio de escenas de violencia e intolerancia, presuntamente incitadas por líderes locales y miembros de la religión predominante.
Los fieles enfrentaron una década de hostilidades que culminaron en desplazamiento forzado con cortes de luz, ataques a propiedades y bloqueos a su templo. De acuerdo a sus testimonios, sufrieron negación de apoyos sociales, servicios de salud y educación por su negativa a participar en prácticas religiosas ajenas a su fe, como cooperaciones económicas y faenas comunitarias.
Refugiados ahora en un auditorio en Huejutla de Reyes, más de 70 menores entre ellos, dependen de donaciones y solidaridad de otras congregaciones evangélicas en Hidalgo para sustentarse adecuadamente. Mientras tanto, los líderes locales, bajo el sistema de usos y costumbres, que permite a las comunidades indígenas mantener las formas tradicionales de gobierno y proteger su cultura, argumentan que la partida no fue forzada, proponiendo un retorno a cambio de sus contribuciones correspondientes a actividades de la religión predominante y el pago de una multa significativa de 150 mil pesos.
Pese a la gravedad del incidente, las autoridades federales no se han pronunciado oficialmente hasta el momento, y a dos meses después de la expulsión de sus hogares, la comunidad evangélica de Coamila y Rancho Nuevo sigue en espera de justicia, atrapada en una crisis que desafía la paz y la convivencia en la región.