- Los focos ahorradores necesitan menos watts para poder brindar una luz reluciente
Al cambiar los focos incandescentes por focos ahorradores contribuyes tanto al cuidado del medio ambiente como al de tu economía, convirtiéndose en una iluminación sustentable para el planeta.
Los focos ahorradores producen hasta un 80% menos calor que los tradicionales y esto reduce el riesgo de incendios, siendo una opción ideal para climas calientes y cuartos cerrados.
Estos focos también te permiten ahorrar hasta un 85% en tu consumo eléctrico, al mismo tiempo mejorará la calidad del alumbrado.
Pueden durar entre 8 y 25 años, si se utilizan en un promedio de 3 a 4 horas diarias, por lo que el costo de reposición se reduce prácticamente a cero.
Este tipo de focos son los más recomendados para instalar al interior de las viviendas, ya que ofrecen una gran cantidad de ventajas. A continuación, se mencionan cada una de las características que tienen a favor.
Los focos ahorradores necesitan menos watts para poder brindar una luz reluciente. A causa de esto, su consumo es mucho menor.
El ahorro de energía de estos focos oscila un 80 % más que con los bombillos tradicionales. De esa manera, al usar esta opción se garantizan costos accesibles en el recibo mensual de electricidad.
Los focos ahorradores son una opción de calidad, pues se caracterizan por tener un tiempo de vida útil extenso y resistir largas horas de uso continuo. Además, no se deterioran en las ocasiones que se prenden y se apagan en lapsos muy seguidos.
Estos bombillos suelen ser más caros que los tradicionales, sin embargo, terminan siendo una alternativa económica porque resisten durante mucho tiempo y evita que se tengan que comprar focos nuevos. Su durabilidad puede ser hasta de 10 años.
Algunas de las precauciones son que estas bombillas ahorrativas tienen mercurio, por lo tanto, si se rompen hay que tener en cuenta unos cuidados específicos. A continuación se detallan todas las precauciones con las que se debe actuar.
También La limpieza de los focos es fundamental, pues en ellos se pueden almacenar cantidades considerables de polvo que terminen obstaculizando la intensidad de la luz. Para limpiar las bombillas, lo primero que se debe hacer es desenroscarla para manipular de manera más detallada y no producir ningún daño eléctrico. Luego, hay que humedecer una toalla suave con amoníaco y pasarla con cuidado por todo el elemento para remover las suciedades adheridas.